Comparación de industrias

Está viendo información sobre las siguientes industrias:

  • Actividades de gestión y custodia de activos El sector de actividades de gestión y custodia de activos está formado por empresas que gestionan carteras de inversiones a comisión o en base a honorarios para inversores institucionales, minoristas y de alto valor neto. Además, las empresas de este sector prestan servicios de gestión del patrimonio, banca privada, planificación financiera y asesoramiento de inversiones y corretaje de valores al por menor. Las carteras y estrategias de inversión pueden diversificarse en múltiples clases de activos, que incluyen, entre otros, acciones, renta fija e inversiones en fondos de cobertura. Algunas empresas específicas se dedican a inversiones de capital de riesgo y de capital privado. La industria proporciona un servicio esencial para ayudar a una serie de clientes, desde inversores minoristas individuales hasta grandes propietarios de activos institucionales, a cumplir con objetivos de inversión específicos. Las empresas del sector van desde grandes gestores de activos multinacionales con una amplia gama de productos, estrategias y clases de activos en los que se puede invertir hasta pequeñas empresas boutique que prestan servicios a un nicho de mercado muy específico. Mientras que las grandes empresas generalmente compiten sobre la base de los honorarios de gestión que cobran por sus servicios, así como su potencial para generar un rendimiento superior de las inversiones, las empresas más pequeñas generalmente compiten en su capacidad para proporcionar productos y servicios orientados a clientes individuales para satisfacer sus necesidades de diversificación. La crisis financiera de 2008 y los acontecimientos reglamentarios posteriores ponen de relieve el impacto social del sector en lo que respecta a la prestación de un asesoramiento justo a los clientes y a la gestión de los riesgos a nivel de entidad, de cartera y de toda la economía. Además, el impacto colectivo de la industria en la asignación de capital crea una responsabilidad de integrar los factores de sostenibilidad en las decisiones de inversión y en la gestión.
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  • Compañías eléctricas y generadores eléctricos El sector de las compañías eléctricas y generadores eléctricos está compuesto por compañías que generan electricidad: construyen, poseen y gestionan líneas de transmisión y distribución (T&D) y venden electricidad. Las compañías de servicios públicos generan electricidad a partir de una serie de fuentes diferentes, entre las que se incluyen, habitualmente, el carbón, el gas natural, la energía nuclear, la energía hidroeléctrica, la energía solar, la energía eólica y otras fuentes de energía renovable y procedente de los combustibles fósiles. El sector abarca compañías que operan en estructuras comerciales tanto reguladas como no reguladas. Las compañías de servicios públicos reguladas mantienen un modelo comercial en el que aceptan la supervisión exhaustiva, por parte de los organismos reguladores, de los mecanismos de fijación de precios y la rentabilidad permitida sobre el capital, entre otros tipos de normativa, a cambio de obtener la licencia de actividad como monopolio. Las compañías no reguladas, o compañías comercializadoras de energía, suelen ser productores independientes de electricidad (PIE) que generan electricidad para venderla al mercado mayorista, que incluye a los compradores de servicios públicos regulados y a otros usuarios finales. Además, el sector se divide en mercados eléctricos regulados y desregulados, en función de la amplitud de las operaciones de los servicios públicos regulados a lo largo de la cadena de valor. Los mercados regulados suelen abarcar compañías de servicios públicos integradas verticalmente que poseen y gestionan todo: desde la generación de energía hasta su distribución minorista. Los mercados desregulados suelen separar la generación de la distribución, diseñada para fomentar la competencia en el nivel de energía al por mayor. En general, las compañías del sector se enfrentan al reto de la compleja misión de proporcionar energía fiable, accesible y de bajo coste, equilibrando al mismo tiempo la protección de la vida humana y el medioambiente.
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Cuestiones relevantes para ambos Industrias (13 de 26)

¿Por qué algunas cuestiones se muestran atenuadas? Las normas SASB varían según la industria, en función de los diferentes riesgos y oportunidades de sostenibilidad de cada industria. Las cuestiones atenuadas no se identificaron durante el proceso de elaboración de normas como aquellas que pueden afectar al valor de la empresa con mayor probabilidad, por lo que no se incluyen en la norma. Con el tiempo, a medida que el Consejo de Normas SASB siga recibiendo las opiniones del mercado, es posible que se añadan o eliminen algunas cuestiones de la norma. Cada empresa determina por sí misma si una cuestión de sostenibilidad puede afectar a su capacidad de crear valor empresarial. La norma está diseñada para la empresa típica de una industria, pero las empresas individuales pueden optar por informar sobre diferentes cuestiones de sostenibilidad en función de su modelo de negocio único.

Temas de divulgación

¿Cuál es la relación entre la categoría de cuestiones generales y los temas de divulgación? La categoría de cuestiones generales es una versión independiente de la industria de los temas de divulgación que aparecen en cada norma del SASB. Los temas de divulgación representan los impactos específicos de la industria en las categorías de cuestiones generales. Los temas de divulgación específicos de la industria garantizan que cada norma del SASB se adapte a la industria, mientras que las categorías de cuestiones generales permiten la comparación entre industrias. Por ejemplo, Salud y nutrición es un tema de divulgación en la industria de las bebidas sin alcohol, que representa una medida específica de la industria de la cuestión general Bienestar del cliente. Sin embargo, la cuestión Bienestar del cliente se manifiesta como el tema de la divulgación Medicamentos falsificados en la industria Biotecnología y productos farmacéuticos.
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    • Emisiones de GEI Esta categoría se refiere a las emisiones directas (alcance 1) de gases de efecto invernadero (GEI) que una empresa genera a través de sus operaciones. Esto incluye las emisiones de GEI procedentes de fuentes estacionarias (por ejemplo, fábricas, centrales eléctricas) y móviles (por ejemplo, camiones, vehículos de reparto, aviones), bien sea como resultado de la combustión de combustible o de liberaciones directas sin combustión durante actividades como la extracción de recursos naturales, la generación de energía, el uso de la tierra o los procesos biogénicos. La categoría incluye además la gestión de los riesgos normativos, el cumplimiento de la normativa medioambiental y los riesgos y oportunidades para la reputación, ya que están relacionados con las emisiones directas de GEI. Los siete GEI contemplados en el Protocolo de Kioto están incluidos en esta categoría: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC), hexafluoruro de azufre (SF6) y trifluoruro de nitrógeno (NF3).
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    • Calidad del aire Esta categoría aborda la gestión de los efectos en la calidad del aire resultantes de fuentes fijas (por ejemplo, fábricas, centrales eléctricas) y móviles (por ejemplo, camiones, vehículos de reparto, aviones), así como de las emisiones industriales. Los contaminantes atmosféricos relevantes incluyen, entre otros, los óxidos de nitrógeno (NOx), los óxidos de azufre (SOx), los compuestos orgánicos volátiles (COV), los metales pesados, las partículas y los clorofluorocarbonos. La categoría no incluye las emisiones de GEI, que se abordan en una categoría independiente.
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    • Gestión del agua y las aguas residuales Esta categoría aborda el uso del agua por parte de la empresa, el consumo de agua, la generación de aguas residuales y otros efectos de las operaciones en los recursos hídricos, que pueden verse influidos por las diferencias regionales en la disponibilidad y calidad de los recursos hídricos y la competencia por ellos. Más concretamente, aborda estrategias de gestión que incluyen, entre otras, la eficiencia, la intensidad y el reciclaje del agua. Por último, la categoría también aborda la gestión del tratamiento y el vertido de las aguas residuales, incluida la contaminación de las aguas subterráneas y los acuíferos.
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    • Gestión de residuos y materiales peligrosos Esta categoría se ocupa de las cuestiones medioambientales relacionadas con los residuos peligrosos y no peligrosos generados por las empresas. Aborda la gestión de los residuos sólidos de una empresa en la fabricación, la agricultura y otros procesos industriales. Abarca el tratamiento, la manipulación, el almacenamiento, la eliminación y el cumplimiento de la normativa. Esta categoría no incluye las emisiones a la atmósfera ni a las aguas residuales, ni tampoco los residuos del final de la vida útil de los productos, que se tratan en categorías distintas.
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    • Acceso y asequibilidad Esta categoría aborda la capacidad de una empresa para garantizar un amplio acceso a sus productos y servicios, específicamente en el contexto de los mercados y/o grupos de población desatendidos. Incluye la gestión de cuestiones relacionadas con las necesidades universales, tales como la accesibilidad y asequibilidad de la atención sanitaria, los servicios financieros, los servicios públicos, la educación y las telecomunicaciones.
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    • Prácticas de venta y etiquetado de productos Esta categoría aborda los problemas sociales que pueden surgir por no gestionar la transparencia, la exactitud y la comprensibilidad de las declaraciones de marketing, la publicidad y el etiquetado de los productos y servicios. Incluye, por ejemplo, las normas y reglamentos de publicidad, las prácticas de marketing éticas y responsables, el etiquetado engañoso o confuso, así como las prácticas de venta y préstamo discriminatorias o predatorias. Esto puede incluir prácticas de venta engañosas o agresivas en las que las estructuras de incentivos para los empleados podrían fomentar la venta de productos o servicios que no son del interés de los clientes.
      • Información transparente y asesoramiento justo para los clientes Los administradores de activos tienen obligaciones legales y deberes fiduciarios relacionados con el mantenimiento de registros, el funcionamiento y la comercialización, los requisitos de divulgación y la prohibición de actividades fraudulentas. Los reglamentos que rodean al sector de las actividades de gestión y custodia de activos tienen por objeto armonizar los intereses de las empresas y sus clientes y limitar los conflictos de intereses. Esta alineación, junto con el hecho de que la mayoría de los administradores de activos ganan honorarios basados en la cantidad de los activos administrados, supone un importante incentivo para que las empresas proporcionen a sus clientes estrategias que se ajusten a sus perfiles de riesgo y rendimiento. A pesar de la obligación de divulgar información, las empresas siguen enfrentándose a importantes problemas para garantizar que los clientes comprendan la naturaleza de los riesgos asumidos en las estrategias de inversión. Si no se prestan servicios que satisfagan las expectativas de los clientes se pueden producir litigios prolongados y costosos, una disminución de la confianza con los clientes y, como consecuencia, una reducción de las ventas. La mejora de la divulgación de los procedimientos o programas para proporcionar información adecuada, clara y transparente sobre los productos y servicios, el registro de las infracciones reglamentarias de los empleados y el importe de las sanciones y los acuerdos asociados a la integridad profesional proporcionará a los inversores una comprensión avanzada de la forma en que las empresas gestionan los riesgos asociados a esta cuestión y si son capaces de preservar el valor a largo plazo para los accionistas.
    • Salud y seguridad de los empleados Esta categoría se refiere a la capacidad de una empresa para crear y mantener un entorno de trabajo seguro y saludable, libre de lesiones, muertes y enfermedades (tanto crónicas como graves). Tradicionalmente se consigue mediante la aplicación de planes de gestión de la seguridad, el desarrollo de requisitos de formación para empleados y contratistas, y la realización de auditorías periódicas de sus propias prácticas y de las de sus subcontratistas. La categoría también recoge cómo las empresas garantizan la salud física y mental de los trabajadores a través de la tecnología, la formación, la cultura corporativa, el cumplimiento de la normativa, la supervisión y las pruebas, y los equipos de protección personal.
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    • Compromiso de los empleados, diversidad e inclusión Esta categoría se refiere a la capacidad de una empresa para garantizar que su cultura y sus prácticas de contratación y promoción promuevan la creación de una plantilla diversa e inclusiva que refleje la composición de las reservas de talento locales y su base de clientes. Aborda los problemas de las prácticas discriminatorias por motivos de raza, género, etnia, religión, orientación sexual y otros factores.
      • Diversidad e inclusión entre los empleados Las empresas de actividades de gestión y custodia de activos se enfrentan a un alto grado de competencia para contratar a empleados cualificados. Al mismo tiempo, la industria tiene un bajo nivel de diversidad, especialmente entre los puestos directivos. En los últimos años, los medios de comunicación han prestado considerable atención a los casos de discriminación por motivos de género que afectan a las empresas del sector que cotizan en bolsa. A medida que el sector sigue experimentando una rápida innovación mediante la introducción de productos financieros más complejos y el comercio informatizado algorítmico y de alta frecuencia, es probable que la capacidad de las empresas para atraer y retener empleados calificados sea cada vez más importante. Al garantizar la diversidad de género y raza en toda la organización, es probable que las empresas amplíen sus reservas de candidatos, lo que podría reducir los costes de contratación y mejorar la eficiencia operativa. Además, las pruebas indican que los diversos grupos de empleados de las empresas de gestión de activos pueden mejorar las características de riesgo-rendimiento de las carteras de inversión. Una mayor divulgación de la información relativa al género y la diversidad racial/étnica de los empleados, especialmente cuando se facilita por categoría de empleados, permitirá a los accionistas evaluar la forma en que las empresas de esta industria están gestionando las oportunidades y los riesgos asociados.
    • Gestión del diseño y el ciclo de vida de los productos La categoría aborda la incorporación de consideraciones ambientales, sociales y de gobernanza en las características de los productos y servicios proporcionados o vendidos por la empresa. Incluye, entre otras cosas, la gestión de los impactos del ciclo de vida de los productos y servicios, como los relacionados con el envasado, la distribución, la intensidad de los recursos en la fase de uso y otras externalidades medioambientales y sociales que pueden producirse durante su fase de uso o al final de su vida. Esta categoría refleja la capacidad de una empresa para responder a la demanda de los clientes y de la sociedad de productos y servicios más sostenibles, así como para cumplir la normativa medioambiental y social en evolución. No aborda las repercusiones medioambientales o sociales directas de las operaciones de la empresa ni los riesgos para la salud y la seguridad de los consumidores derivados del uso de los productos, que se tratan en otras categorías.
      • Incorporación de factores ambientales, sociales y de gestión corporativa en el asesoramiento y la gestión de inversiones Las empresas de actividades de gestión y custodia de activos mantienen una responsabilidad fiduciaria con sus clientes. Por lo tanto, estas empresas deben considerar e incorporar un análisis de toda la información material en las decisiones de inversión, incluidos los factores ambientales, sociales y de gestión corporativa (ESG). El proceso de incorporación de los factores ESG implica la consideración de los factores ESG en la valoración, la creación de modelos, la construcción de la cartera, el voto por poder y la participación en las empresas en las que se invierte y, por consiguiente, en la toma de decisiones de inversión por parte de los gestores de activos y patrimonios. A medida que la gestión y el uso de formas de capital no financieras contribuyen cada vez más al valor de mercado, la incorporación de los factores ESG en el análisis de las empresas en las que se invierte ha cobrado mayor relevancia. Las investigaciones han demostrado que la gestión por parte de una empresa de determinados factores ESG puede tener repercusiones importantes tanto en su contabilidad como en los rendimientos del mercado. Por lo tanto, la comprensión profunda de los resultados de las empresas participadas en materia de ESG, la integración de los factores ESG en la valoración y la creación de modelos, así como la participación en las empresas participadas en cuestiones de sostenibilidad, permite a los administradores de activos generar rendimientos superiores. Por otra parte, las empresas de gestión y custodia de activos que no tienen en cuenta estos riesgos y oportunidades en sus actividades de gestión de inversiones podrían ver disminuidos los rendimientos de las inversiones en sus carteras, lo que daría lugar a una reducción de las comisiones por rendimiento. A largo plazo, podría dar lugar a la salida de los activos gestionados (AUM), lo que daría lugar a la pérdida de cuota de mercado y a la reducción de las comisiones de gestión.
      • Emisiones financiadas Las entidades que participan en actividades de gestión de activos enfrentan riesgos y oportunidades relacionados con las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con esas actividades. Las contrapartes, los prestatarios o los inversores con mayores emisiones pueden ser más susceptibles a los riesgos asociados con los cambios tecnológicos, los cambios en la oferta y la demanda y el cambio de políticas que, a su vez, pueden afectar las perspectivas de una institución financiera que brinda servicios financieros a estas entidades. Estos riesgos y oportunidades pueden surgir en forma de riesgo de crédito, riesgo de mercado, riesgo de reputación y otros riesgos financieros y operativos. Por ejemplo, el riesgo crediticio podría surgir en relación con el financiamiento de clientes afectados por impuestos al carbono, regulaciones de eficiencia de combustible u otras políticas cada vez más estrictas; el riesgo crediticio también podría surgir a través de cambios tecnológicos relacionados. El riesgo reputacional puede surgir del financiamiento de proyectos de combustibles fósiles. Las entidades que participan en actividades de gestión de activos monitorean y gestionan cada vez más dichos riesgos midiendo sus emisiones financiadas. Esta medición sirve como indicador de la exposición de una entidad a los riesgos y oportunidades relacionados con el clima y cómo podría necesitar adaptar sus estrategias de inversión a lo largo del tiempo.
    • Resiliencia del modelo de negocio La categoría aborda la capacidad de una industria para gestionar los riesgos y oportunidades asociados a la incorporación de las transiciones sociales, medioambientales y políticas en la planificación del modelo de negocio a largo plazo. Esto incluye la respuesta a la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono y con limitaciones climáticas, así como el crecimiento y la creación de nuevos mercados entre las poblaciones socioeconómicas desatendidas y subatendidas. La categoría destaca los sectores en los que la evolución de las realidades medioambientales y sociales puede obligar a las empresas a adaptarse fundamentalmente o puede poner en peligro sus modelos de negocio.
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    • Ética empresarial Esta categoría aborda el enfoque de la empresa para gestionar los riesgos y las oportunidades que rodean la conducta ética en los negocios, incluido el fraude, la corrupción, el soborno y los pagos de facilitación, las responsabilidades fiduciarias y otros comportamientos que pueden tener un componente ético. Esto incluye la sensibilidad a las normas y estándares empresariales, ya que cambian con el tiempo, la jurisdicción y la cultura. Aborda la capacidad de la empresa para prestar servicios que satisfagan las normas profesionales y éticas más estrictas del sector, lo que significa evitar los conflictos de intereses, la tergiversación, la parcialidad y la negligencia mediante la formación adecuada de los empleados y la aplicación de políticas y procedimientos que garanticen que los empleados prestan servicios libres de prejuicios y errores.
      • Ética empresarial El entorno normativo que rodea al sector de las actividades de gestión y custodia de activos sigue evolucionando tanto a nivel nacional como internacional. Se exige a las empresas que se adhieran a un conjunto complejo y a menudo incoherente de normas relativas al desempeño y la conducta, así como a la divulgación de información sobre cuestiones como el uso de información privilegiada, los requisitos de compensación en los mercados de derivados extrabursátiles y la evasión fiscal. Las empresas que se dedican a actividades de gestión y custodia de activos también están sujetas a estrictos requisitos legales como fiduciarias o custodias de sus clientes. Por último, en algunas jurisdicciones, la mejora de las recompensas para los denunciantes puede dar lugar a un aumento del número de denuncias presentadas a los organismos reguladores. Las empresas que puedan garantizar el cumplimiento de la reglamentación mediante sólidos controles internos estarán en mejores condiciones de fomentar la confianza con los clientes, lo que dará lugar a un aumento de los ingresos, y de proteger el valor para los accionistas reduciendo al mínimo las pérdidas ocasionadas por los procedimientos judiciales.
    • Gestión del riesgo de incidentes críticos Esta categoría se refiere a la utilización por parte de la empresa de sistemas de gestión y planificación de escenarios para identificar, comprender y prevenir o minimizar la ocurrencia de accidentes y emergencias de baja probabilidad y alto impacto con potenciales externalidades ambientales y sociales significativas. Se refiere a la cultura de seguridad de una empresa, a sus sistemas de gestión de la seguridad y controles tecnológicos pertinentes, a las posibles implicaciones humanas, medioambientales y sociales de la ocurrencia de estos sucesos y a los efectos a largo plazo para una organización, sus trabajadores y la sociedad en caso de que se produzcan.
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    • Gestión del riesgo sistémico Esta categoría aborda las contribuciones de la empresa a los riesgos sistémicos, o su gestión, resultantes del debilitamiento o el colapso a gran escala de los sistemas de los que dependen la economía y la sociedad. Esto incluye los sistemas financieros, los sistemas de recursos naturales y los sistemas tecnológicos. Aborda los mecanismos que tiene una empresa para reducir sus contribuciones a los riesgos sistémicos y para mejorar las salvaguardas que pueden mitigar los impactos del fracaso sistémico. En el caso de las instituciones financieras, la categoría también capta la capacidad de la empresa para absorber las perturbaciones derivadas de las tensiones financieras y económicas y cumplir los requisitos reglamentarios más estrictos relacionados con la complejidad y la interconexión de las empresas del sector.
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    • Emisiones de GEI Esta categoría se refiere a las emisiones directas (alcance 1) de gases de efecto invernadero (GEI) que una empresa genera a través de sus operaciones. Esto incluye las emisiones de GEI procedentes de fuentes estacionarias (por ejemplo, fábricas, centrales eléctricas) y móviles (por ejemplo, camiones, vehículos de reparto, aviones), bien sea como resultado de la combustión de combustible o de liberaciones directas sin combustión durante actividades como la extracción de recursos naturales, la generación de energía, el uso de la tierra o los procesos biogénicos. La categoría incluye además la gestión de los riesgos normativos, el cumplimiento de la normativa medioambiental y los riesgos y oportunidades para la reputación, ya que están relacionados con las emisiones directas de GEI. Los siete GEI contemplados en el Protocolo de Kioto están incluidos en esta categoría: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC), hexafluoruro de azufre (SF6) y trifluoruro de nitrógeno (NF3).
      • Emisiones de gases de efecto invernadero y planificación de los recursos energéticos La generación de electricidad representa la mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del mundo. Estas emisiones, principalmente de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, son, en su mayoría, subproductos de la quema de combustibles fósiles. Los segmentos de la transmisión o la distribución (T&D) del sector son responsables de una cantidad insignificante de sus emisiones. Las compañías de servicios eléctricos podrían tener que hacer frente a importantes gastos de explotación e inversiones de capital para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero a medida que las normas medioambientales se vuelven cada vez más estrictas. Si bien muchos de estos costes pueden trasladarse a los clientes de una compañía de servicios públicos, puede que algunos generadores de energía, especialmente en los mercados desregulados, no sean capaces de recuperar estos costes. Las compañías podrán reducir las emisiones de GEI de la generación de electricidad principalmente planificando meticulosamente sus inversiones en infraestructuras, para garantizar una combinación energética capaz de cumplir los requisitos sobre emisiones establecidos por los reglamentos e implantando tecnologías y procesos líderes en el sector. Ser proactivo en la reducción rentable de las emisiones de GEI puede crear una ventaja competitiva para las compañías y mitigar los costes imprevistos de cumplimiento de la normativa. Si no se calculan adecuadamente las necesidades de las inversiones de capital y los costes de los permisos, u otras dificultades para reducir las emisiones de GEI, podrían producirse importantes impactos negativos sobre los beneficios futuros en forma de amortizaciones de activos, costes de obtención de bonos de carbono o aumentos inesperados de los gastos de explotación e inversiones de capital. Es probable que el énfasis normativo sobre esta cuestión se incremente en los próximos decenios, como lo demuestra el acuerdo internacional para la reducción de las emisiones celebrado en el 21.º período de sesiones de la Conferencia de los Estados Signatarios de las Naciones Unidas, que tuvo lugar a finales de 2015.
    • Calidad del aire Esta categoría aborda la gestión de los efectos en la calidad del aire resultantes de fuentes fijas (por ejemplo, fábricas, centrales eléctricas) y móviles (por ejemplo, camiones, vehículos de reparto, aviones), así como de las emisiones industriales. Los contaminantes atmosféricos relevantes incluyen, entre otros, los óxidos de nitrógeno (NOx), los óxidos de azufre (SOx), los compuestos orgánicos volátiles (COV), los metales pesados, las partículas y los clorofluorocarbonos. La categoría no incluye las emisiones de GEI, que se abordan en una categoría independiente.
      • Calidad del aire La quema de combustibles durante las operaciones de generación de electricidad genera contaminantes atmosféricos peligrosos (CAP), contaminantes criterio atmosféricos (CCA) y compuestos orgánicos volátiles (COV). Los CAP, CCA y COV tienen impactos más localizados, aunque no por ello menos importantes, sobre la salud humana y el medioambiente, en comparación con los impactos globales de los gases de efecto invernadero (GEI). Los más comunes e impactantes son los óxidos de nitrógeno (excepto el óxido nitroso), el óxido de azufre, el material particulado (PM), el plomo y el mercurio. Las emisiones de estos contaminantes atmosféricos localizados suelen estar estrictamente reguladas, lo que crea riesgos importantes para los generadores de electricidad. Los riesgos reglamentarios y legales son mayores para las compañías que ejercen su actividad cerca de grandes comunidades. La combinación de generación de energía de una compañía es el mejor indicador de su riesgo relativo relacionado con la calidad del aire. Las emisiones nocivas a la atmósfera procedentes de las operaciones podrán dar lugar a sanciones reglamentarias que generasen gastos extraordinarios, mayores costes de cumplimiento de la reglamentación y nuevas inversiones de capital para instalar la mejor tecnología de control de su clase. En algunos casos, esos gastos podrán ser prohibitivos para la continuación de una instalación. Las compañías podrán gestionar las preocupaciones relativas a la calidad del aire tomando medidas internas que reduzcan las emisiones, así como colaborando con los organismos reguladores para establecer prioridades e incorporar los riesgos a la planificación del capital a corto y largo plazo.
    • Gestión del agua y las aguas residuales Esta categoría aborda el uso del agua por parte de la empresa, el consumo de agua, la generación de aguas residuales y otros efectos de las operaciones en los recursos hídricos, que pueden verse influidos por las diferencias regionales en la disponibilidad y calidad de los recursos hídricos y la competencia por ellos. Más concretamente, aborda estrategias de gestión que incluyen, entre otras, la eficiencia, la intensidad y el reciclaje del agua. Por último, la categoría también aborda la gestión del tratamiento y el vertido de las aguas residuales, incluida la contaminación de las aguas subterráneas y los acuíferos.
      • Gestión del agua La generación de electricidad es uno de los sectores del mundo que más extraen agua de manera intensiva. Las plantas de energía termoeléctrica (normalmente de carbón, energía nuclear y gas natural) dependen de grandes cantidades de agua para su enfriamiento. El sector se enfrenta a crecientes riesgos de suministro y de incumplimiento de la normativa relacionados con el agua, lo que puede requerir inversiones de capital en tecnología o incluso generar activos inmovilizados. A medida que los suministros de agua se reducen en muchas regiones (y la generación de electricidad, la agricultura y el uso comunitario competirán por el suministro de agua en el próximo decenio) puede que las centrales eléctricas sean cada vez más incapaces de funcionar a plena capacidad, o de no hacerlo en absoluto, debido a las limitaciones hídricas específicas de cada región. La disponibilidad de agua es un factor esencial que debe tenerse en cuenta al calcular el futuro valor de muchos activos generadores de electricidad y al evaluar las propuestas existentes sobre nuevas fuentes de generación. El incremento de la escasez de agua (debido a factores como el aumento del consumo y la reducción de los suministros derivada del cambio climático, que podría provocar sequías más frecuentes o intensas) podría inducir a las autoridades reguladoras a limitar la capacidad de las compañías para extraer las cantidades de agua necesarias, especialmente en las regiones en las que haya un elevado estrés hídrico inicial. Además, las compañías deberán hacer frente a las crecientes normativas relacionadas con los importantes efectos sobre la biodiversidad que pueden provocar las grandes extracciones. Para mitigar los riesgos, las compañías pueden invertir en sistemas más eficientes de utilización del agua en las plantas existentes y dar prioridad estratégica a la evaluación de la disponibilidad de agua a largo plazo, así como a los riesgos para la biodiversidad relacionados con el agua, al instalar nuevas centrales eléctricas.
    • Gestión de residuos y materiales peligrosos Esta categoría se ocupa de las cuestiones medioambientales relacionadas con los residuos peligrosos y no peligrosos generados por las empresas. Aborda la gestión de los residuos sólidos de una empresa en la fabricación, la agricultura y otros procesos industriales. Abarca el tratamiento, la manipulación, el almacenamiento, la eliminación y el cumplimiento de la normativa. Esta categoría no incluye las emisiones a la atmósfera ni a las aguas residuales, ni tampoco los residuos del final de la vida útil de los productos, que se tratan en categorías distintas.
      • Gestión de las cenizas de carbón Los generadores de electricidad deberán eliminar de forma segura los subproductos peligrosos de sus operaciones. La generación de electricidad a partir del carbón es una fuente importante de residuos peligrosos, debido a su subproducto: la ceniza de carbón. La ceniza de carbón puede afectar significativamente al valor de la empresa en el segmento de generación de electricidad del sector. Esta cuestión afectará a las compañías de manera diferente, dependiendo de la medida en que generen electricidad a partir del carbón. La ceniza de carbón es uno de los mayores flujos de residuos industriales del mundo. Contiene contaminantes de metales pesados que se han relacionado con el cáncer y otras enfermedades graves, especialmente cuando se filtran a las aguas subterráneas. La ceniza de carbón puede tener usos beneficiosos cuando se recicla o se reutiliza, como en la fabricación de hormigón a partir de cenizas volantes o tabiques, lo que ofrece oportunidades de obtener ingresos a las compañías eléctricas. La manipulación segura de la ceniza de carbón, la ubicación de los embalses de ceniza de carbón que minimizan los daños a la vida humana o al medioambiente, la fuerte vigilancia y la contención de la ceniza de carbón y la venta para usos beneficiosos de la ceniza de carbón son estrategias importantes que reducen los costes de cumplimiento de la normativa, así como las sanciones por incumplimiento. Puede haber importantes costes derivados de los litigios o las rectificaciones si la ceniza de carbón se filtra al medioambiente circundante.
    • Acceso y asequibilidad Esta categoría aborda la capacidad de una empresa para garantizar un amplio acceso a sus productos y servicios, específicamente en el contexto de los mercados y/o grupos de población desatendidos. Incluye la gestión de cuestiones relacionadas con las necesidades universales, tales como la accesibilidad y asequibilidad de la atención sanitaria, los servicios financieros, los servicios públicos, la educación y las telecomunicaciones.
      • Asequibilidad de la energía Un objetivo de facto de las compañías eléctricas reguladas es proporcionar electricidad fiable, asequible y sostenible. Las compañías del sector tienen la tarea de gestionar estas prioridades potencialmente competitivas para mantener relaciones favorables con los clientes y los reguladores y, en última instancia, para obtener los beneficios correspondientes para los accionistas. La asequibilidad de la energía es particularmente difícil de equilibrar para las compañías, ya que, a menudo, entra en conflicto con otros objetivos básicos. En general, se considera que las facturas de energía de los servicios públicos son cada vez más inasequibles para los clientes de renta baja (la asequibilidad está determinada tanto por el coste neto de las facturas de energía como por la economía subyacente del cliente). Garantizar que las facturas de los servicios públicos sean asequibles es crucial para las compañías de servicios públicos que trabajan para generar confianza (valor de los activos intangibles) entre los reguladores y los clientes. La calidad de las relaciones regulatorias es un motor de valor esencial para las compañías de servicios públicos y uno de los temas más estudiados por los analistas de inversiones. La disposición de los reguladores a conceder solicitudes de tarifas, modificaciones de la estructura de las tarifas, recuperación de los costes y rentabilidades permitidas es un determinante primordial de los resultados financieros y del riesgo de las inversiones. La gestión eficaz de la asequibilidad puede permitir a las compañías de servicios públicos invertir más capital, revisar favorablemente las estructuras de las tarifas y aumentar los beneficios permitidos. Además, las compañías de servicios públicos que no gestionan eficazmente la asequibilidad están cada vez más expuestas a que los clientes abandonen la red (o reduzcan la dependencia de la red) al aplicar recursos energéticos distribuidos o buscar otras fuentes de energía alternativas (por ejemplo, el uso de la combinación de calor y electricidad por parte de los clientes industriales). La gestión de la asequibilidad implica gestionar un negocio eficiente con una perspectiva y estrategia bien meditadas y a largo plazo, así como trabajar en estrecha colaboración con los reguladores y los responsables de las políticas públicas en materia de estructuras tarifarias y, potencialmente, en los programas de ayudas al pago de facturas. Si bien el carácter preciso de las repercusiones financieras de la asequibilidad está determinado, en gran medida, por los modelos empresariales y las estructuras tarifarias de las compañías de servicios públicos, la asequibilidad es una cuestión empresarial fundamental que las compañías de servicios públicos deberán gestionar en relación con el mantenimiento (y crecimiento) de las bases de clientes, la creación de valor para los activos intangibles, la creación de oportunidades de inversión y rentabilidad y, en última instancia, la obtención de beneficios para los accionistas.
    • Prácticas de venta y etiquetado de productos Esta categoría aborda los problemas sociales que pueden surgir por no gestionar la transparencia, la exactitud y la comprensibilidad de las declaraciones de marketing, la publicidad y el etiquetado de los productos y servicios. Incluye, por ejemplo, las normas y reglamentos de publicidad, las prácticas de marketing éticas y responsables, el etiquetado engañoso o confuso, así como las prácticas de venta y préstamo discriminatorias o predatorias. Esto puede incluir prácticas de venta engañosas o agresivas en las que las estructuras de incentivos para los empleados podrían fomentar la venta de productos o servicios que no son del interés de los clientes.
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    • Salud y seguridad de los empleados Esta categoría se refiere a la capacidad de una empresa para crear y mantener un entorno de trabajo seguro y saludable, libre de lesiones, muertes y enfermedades (tanto crónicas como graves). Tradicionalmente se consigue mediante la aplicación de planes de gestión de la seguridad, el desarrollo de requisitos de formación para empleados y contratistas, y la realización de auditorías periódicas de sus propias prácticas y de las de sus subcontratistas. La categoría también recoge cómo las empresas garantizan la salud física y mental de los trabajadores a través de la tecnología, la formación, la cultura corporativa, el cumplimiento de la normativa, la supervisión y las pruebas, y los equipos de protección personal.
      • Salud y seguridad de la fuerza laboral Los empleados de las compañías del sector se enfrentan a numerosos peligros durante la construcción y el mantenimiento de las líneas de transmisión y distribución de electricidad (T&D), así como con los diversos medios de generación de electricidad. Muchos de estos empleados trabajan durante largos períodos de tiempo a grandes alturas, manejan maquinaria pesada y se enfrentan a riesgos de electrocución. Si bien la industria ha hecho importantes avances en materia de seguridad, continúa habiendo riesgos y oportunidades importantes que seguir mejorando. La naturaleza del sector (necesario para la vida y las economías modernas, así como un monopolio habitualmente admitido por la sociedad) significa que las actuaciones de las compañías del sector se someten a un importante escrutinio público y reglamentario. Las compañías deberán mantener una cultura de la seguridad para garantizar unas condiciones de trabajo adecuadas para sus trabajadores, garantizar una fuerte productividad operativa, defender opiniones positivas desde la perspectiva de los reguladores y gestionar los posibles riesgos de las sanciones reglamentarias.
    • Compromiso de los empleados, diversidad e inclusión Esta categoría se refiere a la capacidad de una empresa para garantizar que su cultura y sus prácticas de contratación y promoción promuevan la creación de una plantilla diversa e inclusiva que refleje la composición de las reservas de talento locales y su base de clientes. Aborda los problemas de las prácticas discriminatorias por motivos de raza, género, etnia, religión, orientación sexual y otros factores.
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    • Gestión del diseño y el ciclo de vida de los productos La categoría aborda la incorporación de consideraciones ambientales, sociales y de gobernanza en las características de los productos y servicios proporcionados o vendidos por la empresa. Incluye, entre otras cosas, la gestión de los impactos del ciclo de vida de los productos y servicios, como los relacionados con el envasado, la distribución, la intensidad de los recursos en la fase de uso y otras externalidades medioambientales y sociales que pueden producirse durante su fase de uso o al final de su vida. Esta categoría refleja la capacidad de una empresa para responder a la demanda de los clientes y de la sociedad de productos y servicios más sostenibles, así como para cumplir la normativa medioambiental y social en evolución. No aborda las repercusiones medioambientales o sociales directas de las operaciones de la empresa ni los riesgos para la salud y la seguridad de los consumidores derivados del uso de los productos, que se tratan en otras categorías.
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    • Resiliencia del modelo de negocio La categoría aborda la capacidad de una industria para gestionar los riesgos y oportunidades asociados a la incorporación de las transiciones sociales, medioambientales y políticas en la planificación del modelo de negocio a largo plazo. Esto incluye la respuesta a la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono y con limitaciones climáticas, así como el crecimiento y la creación de nuevos mercados entre las poblaciones socioeconómicas desatendidas y subatendidas. La categoría destaca los sectores en los que la evolución de las realidades medioambientales y sociales puede obligar a las empresas a adaptarse fundamentalmente o puede poner en peligro sus modelos de negocio.
      • Eficiencia del uso final y demanda La eficiencia energética es un método de bajo coste del ciclo de vida que reduce las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), ya que es necesario generar menos electricidad para proporcionar los mismos servicios energéticos de uso final. Las compañías de servicios públicos pueden participar en una amplia gama de actividades que promuevan la eficiencia y la conservación de la energía entre sus clientes. Entre esas estrategias figuran la oferta de bonificaciones para los electrodomésticos de bajo consumo desde el punto de vista energético, la colocación de aislamiento térmico en los hogares de los clientes, la educación de los clientes en métodos de ahorro de energía, la oferta de incentivos a los clientes para que reduzcan el uso de la electricidad en los momentos de máxima demanda («respuesta a la demanda») y la inversión en tecnologías, como los medidores inteligentes, que permiten a los clientes realizar el seguimiento de su propio uso de la energía, entre otras muchas estrategias. Estas iniciativas, que ahorran dinero a los consumidores, también pueden manifestarse en la reducción de los costes de explotación de las compañías de servicios públicos eléctricos porque pueden reducir la máxima demanda. Además, dependiendo de la aceptación del nombramiento de compañías de servicios públicos en la región de una compañía, la eficiencia energética podría ser una prioridad normativa antes de contemplar la construcción de nuevas obras. La forma en que una compañía de servicios públicos eléctricos puede ganar o perder con esta tendencia a la mitigación de los GEI se basa, en gran medida, en su entorno normativo. Las estructuras tarifarias tradicionales no suelen dar a las compañías eléctricas ningún incentivo para la eficiencia energética y, además, pueden padecer económicamente las reducciones de la demanda de los clientes. Esto está impulsando cada vez más a las compañías eléctricas, y a sus reguladores y clientes, a buscar alternativas para la fijación de las tarifas. Esa concepción de tarifas alternativas suele «desvincular» los ingresos de las compañías de servicios públicos del consumo de los clientes, y también puede incorporar incentivos explícitos para la eficiencia del uso final y la reducción de la demanda. En general, las compañías cuyo plan estratégico se esfuerza por reducir los riesgos de las fluctuaciones de la demanda obtienen una rentabilidad adecuada y oportuna de las inversiones necesarias en materia de eficiencia. Además, la reducción de los costes a través de iniciativas de eficiencia ayudará a posicionar a las empresas de servicios públicos para que obtengan mayores beneficios ajustados al riesgo a largo plazo.
    • Ética empresarial Esta categoría aborda el enfoque de la empresa para gestionar los riesgos y las oportunidades que rodean la conducta ética en los negocios, incluido el fraude, la corrupción, el soborno y los pagos de facilitación, las responsabilidades fiduciarias y otros comportamientos que pueden tener un componente ético. Esto incluye la sensibilidad a las normas y estándares empresariales, ya que cambian con el tiempo, la jurisdicción y la cultura. Aborda la capacidad de la empresa para prestar servicios que satisfagan las normas profesionales y éticas más estrictas del sector, lo que significa evitar los conflictos de intereses, la tergiversación, la parcialidad y la negligencia mediante la formación adecuada de los empleados y la aplicación de políticas y procedimientos que garanticen que los empleados prestan servicios libres de prejuicios y errores.
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    • Gestión del riesgo de incidentes críticos Esta categoría se refiere a la utilización por parte de la empresa de sistemas de gestión y planificación de escenarios para identificar, comprender y prevenir o minimizar la ocurrencia de accidentes y emergencias de baja probabilidad y alto impacto con potenciales externalidades ambientales y sociales significativas. Se refiere a la cultura de seguridad de una empresa, a sus sistemas de gestión de la seguridad y controles tecnológicos pertinentes, a las posibles implicaciones humanas, medioambientales y sociales de la ocurrencia de estos sucesos y a los efectos a largo plazo para una organización, sus trabajadores y la sociedad en caso de que se produzcan.
      • Seguridad nuclear y gestión de las emergencias Los incidentes nucleares, aunque son extremadamente infrecuentes, pueden tener importantes consecuencias para la salud humana y el medioambiente, ya que los accidentes nucleares pueden ser graves si se producen. Si bien los propietarios de las centrales nucleares de muchas regiones han trabajado durante décadas sin que se produjeran incidentes importantes en materia de seguridad pública, la existencia de incidentes poco frecuentes, pero de gran magnitud, en cualquier lugar del mundo puede tener importantes repercusiones sobre todo el sector de la energía nuclear. Las compañías que posean y gestionen plantas nucleares podrían afrontar la pérdida de su licencia de actividad, ya sea en su totalidad o en la explotación de las plantas nucleares, así como muchas otras consecuencias financieras en caso de producirse un accidente, aunque las compañías están aseguradas y pueden contar con protecciones legales contra ciertas responsabilidades. El incumplimiento de las normativas en materia de seguridad podría resultar sumamente costoso para los gestores de centrales nucleares: en circunstancias extremas puede hacer que la continuación del funcionamiento de la central resulte antieconómica. Como resultado de las importantes repercusiones financieras, tanto las procedentes del cumplimiento continuo de las normas de seguridad como de la materialización de los incidentes de riesgo de cola, las compañías que posean o gestionen centrales nucleares deberán estar atentas al cumplimiento de las normas de seguridad, las prácticas óptimas y las mejoras de sus instalaciones. También deberán mantener una sólida formación para la preparación de su personal ante situaciones de emergencia, así como una fuerte cultura de la seguridad. Estas medidas podrán reducir la probabilidad de que se produzcan accidentes y permitir que una compañía detecte y responda eficazmente a esos incidentes.
    • Gestión del riesgo sistémico Esta categoría aborda las contribuciones de la empresa a los riesgos sistémicos, o su gestión, resultantes del debilitamiento o el colapso a gran escala de los sistemas de los que dependen la economía y la sociedad. Esto incluye los sistemas financieros, los sistemas de recursos naturales y los sistemas tecnológicos. Aborda los mecanismos que tiene una empresa para reducir sus contribuciones a los riesgos sistémicos y para mejorar las salvaguardas que pueden mitigar los impactos del fracaso sistémico. En el caso de las instituciones financieras, la categoría también capta la capacidad de la empresa para absorber las perturbaciones derivadas de las tensiones financieras y económicas y cumplir los requisitos reglamentarios más estrictos relacionados con la complejidad y la interconexión de las empresas del sector.
      • Resistencia de la red eléctrica La electricidad es fundamental para el funcionamiento continuo de la mayoría de los elementos de la vida moderna, desde la medicina hasta las finanzas, lo que crea una dependencia social de servicio continuo. Hay costes sociales potencialmente altos por las grandes interrupciones que se producen en la infraestructuras eléctricas. Las interrupciones pueden estar causadas por fenómenos meteorológicos extremos, desastres naturales y ciberataques. Conforme la frecuencia y la gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos asociados al cambio climático continúen aumentando, todos los segmentos de las compañías eléctricas (y especialmente las grandes operaciones de transmisión y distribución [T&D]) se enfrentarán a crecientes amenazas físicas a sus infraestructuras. Esto podría provocar frecuentes o importantes interrupciones del servicio, cortes y la necesidad de actualizar o reparar los equipos dañados o puestos en riesgo, todo lo cual podría generar costes sustanciales y perjudicar las perspectivas de los reguladores y los clientes. El incremento del uso de la tecnología de redes eléctricas inteligentes tiene varios beneficios, entre ellos, el fortalecimiento de la resistencia de la red a los fenómenos meteorológicos extremos. Sin embargo, esta tecnología puede hacer que la red sea más vulnerable a los ataques cibernéticos, ya que proporciona a los piratas informáticos más accesos a los sistemas de las infraestructuras. Las compañías deberán aplicar estrategias que reduzcan al mínimo la probabilidad y la magnitud de los efectos de los fenómenos meteorológicos extremos y los ciberataques. Podrán seguir siendo competitivas frente a la creciente competencia externa presentando activamente procedimientos tarifarios convincentes que mejoren la fiabilidad, la resistencia y la calidad de sus infraestructuras.

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