Comparación de industrias

Está viendo información sobre las siguientes industrias:

  • Transporte por carretera El sector del transporte por carretera incluye empresas que prestan servicios de transporte de carga en camiones de corta y larga distancia. Entre sus principales actividades está el envío de carga en contenedores y a granel, incluidos bienes de consumo y una amplia variedad de productos básicos. El sector se suele dividir en dos categorías: de carga completa (los vehículos transportan mercancías de un solo cliente) y de carga consolidada (los vehículos transportan mercancías de varios clientes). Los propietarios/operadores constituyen la gran mayoría del sector, debido a la relativa facilidad de entrada, mientras que unos pocos grandes operadores mantienen la cuota de mercado mediante contratos con los principales transportistas. Las grandes empresas suelen subcontratar a los propietarios/operadores para complementar su flota propia.
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  • Servicios inmobiliarios El sector de servicios inmobiliarios se compone de empresas que proporcionan una gama de servicios a propietarios, inquilinos, inversores y promotores de bienes inmuebles. Los principales servicios son la administración de propiedades, la intermediación, la tasación y la información a los propietarios. Los servicios de administración incluyen el arrendamiento, las relaciones con los inquilinos y el mantenimiento y seguridad de los edificios. Muchas empresas también prestan servicios de intermediación para facilitar las transacciones de venta y arrendamiento. Las tasaciones y otros servicios de asesoramiento o información son otros servicios especializados que suelen prestar a los clientes. Las empresas del sector desempeñan una función importante en la cadena de valor de los bienes inmuebles, que es una parte sustancial de la economía mundial.
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Cuestiones relevantes para ambos Industrias (6 de 26)

¿Por qué algunas cuestiones se muestran atenuadas? Las normas SASB varían según la industria, en función de los diferentes riesgos y oportunidades de sostenibilidad de cada industria. Las cuestiones atenuadas no se identificaron durante el proceso de elaboración de normas como aquellas que pueden afectar al valor de la empresa con mayor probabilidad, por lo que no se incluyen en la norma. Con el tiempo, a medida que el Consejo de Normas SASB siga recibiendo las opiniones del mercado, es posible que se añadan o eliminen algunas cuestiones de la norma. Cada empresa determina por sí misma si una cuestión de sostenibilidad puede afectar a su capacidad de crear valor empresarial. La norma está diseñada para la empresa típica de una industria, pero las empresas individuales pueden optar por informar sobre diferentes cuestiones de sostenibilidad en función de su modelo de negocio único.

Temas de divulgación

¿Cuál es la relación entre la categoría de cuestiones generales y los temas de divulgación? La categoría de cuestiones generales es una versión independiente de la industria de los temas de divulgación que aparecen en cada norma del SASB. Los temas de divulgación representan los impactos específicos de la industria en las categorías de cuestiones generales. Los temas de divulgación específicos de la industria garantizan que cada norma del SASB se adapte a la industria, mientras que las categorías de cuestiones generales permiten la comparación entre industrias. Por ejemplo, Salud y nutrición es un tema de divulgación en la industria de las bebidas sin alcohol, que representa una medida específica de la industria de la cuestión general Bienestar del cliente. Sin embargo, la cuestión Bienestar del cliente se manifiesta como el tema de la divulgación Medicamentos falsificados en la industria Biotecnología y productos farmacéuticos.
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    • Emisiones de GEI Esta categoría se refiere a las emisiones directas (alcance 1) de gases de efecto invernadero (GEI) que una empresa genera a través de sus operaciones. Esto incluye las emisiones de GEI procedentes de fuentes estacionarias (por ejemplo, fábricas, centrales eléctricas) y móviles (por ejemplo, camiones, vehículos de reparto, aviones), bien sea como resultado de la combustión de combustible o de liberaciones directas sin combustión durante actividades como la extracción de recursos naturales, la generación de energía, el uso de la tierra o los procesos biogénicos. La categoría incluye además la gestión de los riesgos normativos, el cumplimiento de la normativa medioambiental y los riesgos y oportunidades para la reputación, ya que están relacionados con las emisiones directas de GEI. Los siete GEI contemplados en el Protocolo de Kioto están incluidos en esta categoría: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC), hexafluoruro de azufre (SF6) y trifluoruro de nitrógeno (NF3).
      • Emisión de gases de efecto invernadero El sector del transporte por carretera genera emisiones principalmente a través de la combustión de diésel y otros combustibles en los motores de los camiones. Los gases de efecto invernadero (GEI), incluido el dióxido de carbono (CO2), revisten una especial importancia para los reguladores gubernamentales preocupados por el cambio climático y para los consumidores que exigen soluciones de transporte con bajo contenido en carbono o sin él. Dado que las emisiones de GEI de los camiones constituyen una parte significativa de las emisiones relacionadas con el transporte, el sector está en el punto de mira de las regulaciones para limitar las emisiones de GEI. Los cambios operativos que aumentan la eficiencia del combustible son eficaces para que las empresas reduzcan el gasto de combustible y, al mismo tiempo, limiten la volatilidad de los precios del combustible, los costes regulatorios y otras consecuencias de las emisiones de GEI. Si bien los camiones más modernos son más eficientes en cuanto al consumo de combustible, se pueden adoptar medidas para mejorar la eficiencia y reducir las emisiones en las flotas existentes.
    • Calidad del aire Esta categoría aborda la gestión de los efectos en la calidad del aire resultantes de fuentes fijas (por ejemplo, fábricas, centrales eléctricas) y móviles (por ejemplo, camiones, vehículos de reparto, aviones), así como de las emisiones industriales. Los contaminantes atmosféricos relevantes incluyen, entre otros, los óxidos de nitrógeno (NOx), los óxidos de azufre (SOx), los compuestos orgánicos volátiles (COV), los metales pesados, las partículas y los clorofluorocarbonos. La categoría no incluye las emisiones de GEI, que se abordan en una categoría independiente.
      • Calidad del aire En comparación con otros medios de transporte, el transporte de mercancías por carretera tiene un efecto negativo más localizado sobre la calidad del aire debido a sus emisiones de óxido de azufre (SOx), óxido de nitrógeno (NOx) y material particulado (MP). La gran dependencia del combustible diésel es motivo de especial preocupación; aunque los motores diésel tienen un mayor rendimiento por km que los de gasolina, generan más contaminantes nocivos del aire. El uso de combustibles alternativos y el filtrado previo de las emisiones puede ayudar a las empresas a cumplir con las regulaciones de calidad del aire y evitar el aumento de la polución en ciudades y centros de población densos, lo que podría afectar a su licencia social para operar.
    • Salud y seguridad de los empleados Esta categoría se refiere a la capacidad de una empresa para crear y mantener un entorno de trabajo seguro y saludable, libre de lesiones, muertes y enfermedades (tanto crónicas como graves). Tradicionalmente se consigue mediante la aplicación de planes de gestión de la seguridad, el desarrollo de requisitos de formación para empleados y contratistas, y la realización de auditorías periódicas de sus propias prácticas y de las de sus subcontratistas. La categoría también recoge cómo las empresas garantizan la salud física y mental de los trabajadores a través de la tecnología, la formación, la cultura corporativa, el cumplimiento de la normativa, la supervisión y las pruebas, y los equipos de protección personal.
      • Condiciones de trabajo del conductor El sector del transporte por carretera debe hacer frente al problema de la contratación y retención de conductores. La creciente escasez de mano de obra, debida en parte a las pobres condiciones de trabajo del sector y a las regulaciones que limitan las horas de trabajo, puede elevar los costes laborales y reducir los ingresos. Las entregas donde el tiempo es un factor crítico exigen mucho a los conductores, que pueden pasar largas horas al volante, a menudo en horario nocturno, largos períodos fuera de casa, y experimentar falta de sueño y sentimiento de aislamiento. Estos factores, en combinación con las altas tasas de lesiones y enfermedades en gran parte debidas a accidentes, dificultan la contratación de nuevos conductores y la retención del personal existente. Las empresas que ofrecen mejores condiciones de trabajo a los conductores presentan menor tasa de rotación, mayor productividad y capacidad de contratación de personal adicional para ampliar las operaciones y aumentar los ingresos.
    • Gestión del diseño y el ciclo de vida de los productos La categoría aborda la incorporación de consideraciones ambientales, sociales y de gobernanza en las características de los productos y servicios proporcionados o vendidos por la empresa. Incluye, entre otras cosas, la gestión de los impactos del ciclo de vida de los productos y servicios, como los relacionados con el envasado, la distribución, la intensidad de los recursos en la fase de uso y otras externalidades medioambientales y sociales que pueden producirse durante su fase de uso o al final de su vida. Esta categoría refleja la capacidad de una empresa para responder a la demanda de los clientes y de la sociedad de productos y servicios más sostenibles, así como para cumplir la normativa medioambiental y social en evolución. No aborda las repercusiones medioambientales o sociales directas de las operaciones de la empresa ni los riesgos para la salud y la seguridad de los consumidores derivados del uso de los productos, que se tratan en otras categorías.
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    • Ética empresarial Esta categoría aborda el enfoque de la empresa para gestionar los riesgos y las oportunidades que rodean la conducta ética en los negocios, incluido el fraude, la corrupción, el soborno y los pagos de facilitación, las responsabilidades fiduciarias y otros comportamientos que pueden tener un componente ético. Esto incluye la sensibilidad a las normas y estándares empresariales, ya que cambian con el tiempo, la jurisdicción y la cultura. Aborda la capacidad de la empresa para prestar servicios que satisfagan las normas profesionales y éticas más estrictas del sector, lo que significa evitar los conflictos de intereses, la tergiversación, la parcialidad y la negligencia mediante la formación adecuada de los empleados y la aplicación de políticas y procedimientos que garanticen que los empleados prestan servicios libres de prejuicios y errores.
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    • Gestión del riesgo de incidentes críticos Esta categoría se refiere a la utilización por parte de la empresa de sistemas de gestión y planificación de escenarios para identificar, comprender y prevenir o minimizar la ocurrencia de accidentes y emergencias de baja probabilidad y alto impacto con potenciales externalidades ambientales y sociales significativas. Se refiere a la cultura de seguridad de una empresa, a sus sistemas de gestión de la seguridad y controles tecnológicos pertinentes, a las posibles implicaciones humanas, medioambientales y sociales de la ocurrencia de estos sucesos y a los efectos a largo plazo para una organización, sus trabajadores y la sociedad en caso de que se produzcan.
      • Gestión de accidentes y seguridad El transporte por carretera conlleva peligros inherentes, incluidos los accidentes debidos a fallos mecánicos o errores humanos. Las empresas del sector toman medidas para formar a los conductores y al personal de mantenimiento y reducir al mínimo los accidentes. La evidencia de las tasas de lesiones y mortalidad, los costes asociados y la inversión en tecnologías de seguridad respaldan la importancia de esta cuestión. Las empresas que gestionan mejor la seguridad mejoran la eficiencia operativa, retienen a los conductores, reducen los retrasos y evitan los costes asociados a los accidentes graves. En cambio, las que presentan una gestión deficiente de la seguridad, pueden sufrir sanciones reglamentarias, primas de seguro más elevadas e interrupciones del servicio que reduzcan los ingresos y el valor de la marca.
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    • Emisiones de GEI Esta categoría se refiere a las emisiones directas (alcance 1) de gases de efecto invernadero (GEI) que una empresa genera a través de sus operaciones. Esto incluye las emisiones de GEI procedentes de fuentes estacionarias (por ejemplo, fábricas, centrales eléctricas) y móviles (por ejemplo, camiones, vehículos de reparto, aviones), bien sea como resultado de la combustión de combustible o de liberaciones directas sin combustión durante actividades como la extracción de recursos naturales, la generación de energía, el uso de la tierra o los procesos biogénicos. La categoría incluye además la gestión de los riesgos normativos, el cumplimiento de la normativa medioambiental y los riesgos y oportunidades para la reputación, ya que están relacionados con las emisiones directas de GEI. Los siete GEI contemplados en el Protocolo de Kioto están incluidos en esta categoría: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC), hexafluoruro de azufre (SF6) y trifluoruro de nitrógeno (NF3).
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    • Calidad del aire Esta categoría aborda la gestión de los efectos en la calidad del aire resultantes de fuentes fijas (por ejemplo, fábricas, centrales eléctricas) y móviles (por ejemplo, camiones, vehículos de reparto, aviones), así como de las emisiones industriales. Los contaminantes atmosféricos relevantes incluyen, entre otros, los óxidos de nitrógeno (NOx), los óxidos de azufre (SOx), los compuestos orgánicos volátiles (COV), los metales pesados, las partículas y los clorofluorocarbonos. La categoría no incluye las emisiones de GEI, que se abordan en una categoría independiente.
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    • Salud y seguridad de los empleados Esta categoría se refiere a la capacidad de una empresa para crear y mantener un entorno de trabajo seguro y saludable, libre de lesiones, muertes y enfermedades (tanto crónicas como graves). Tradicionalmente se consigue mediante la aplicación de planes de gestión de la seguridad, el desarrollo de requisitos de formación para empleados y contratistas, y la realización de auditorías periódicas de sus propias prácticas y de las de sus subcontratistas. La categoría también recoge cómo las empresas garantizan la salud física y mental de los trabajadores a través de la tecnología, la formación, la cultura corporativa, el cumplimiento de la normativa, la supervisión y las pruebas, y los equipos de protección personal.
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    • Gestión del diseño y el ciclo de vida de los productos La categoría aborda la incorporación de consideraciones ambientales, sociales y de gobernanza en las características de los productos y servicios proporcionados o vendidos por la empresa. Incluye, entre otras cosas, la gestión de los impactos del ciclo de vida de los productos y servicios, como los relacionados con el envasado, la distribución, la intensidad de los recursos en la fase de uso y otras externalidades medioambientales y sociales que pueden producirse durante su fase de uso o al final de su vida. Esta categoría refleja la capacidad de una empresa para responder a la demanda de los clientes y de la sociedad de productos y servicios más sostenibles, así como para cumplir la normativa medioambiental y social en evolución. No aborda las repercusiones medioambientales o sociales directas de las operaciones de la empresa ni los riesgos para la salud y la seguridad de los consumidores derivados del uso de los productos, que se tratan en otras categorías.
      • Servicios de sostenibilidad En el sector de los servicios inmobiliarios, los edificios que pertenecen y están ocupados por los clientes suelen tener importantes repercusiones en la sostenibilidad. Los edificios y las actividades que se realizan en ellos aumentan el consumo de energía, las emisiones directas e indirectas de gases de efecto invernadero (GEI), el consumo de agua, la generación de residuos y las factores de calidad medioambiental interior que pueden afectar a la salud de los ocupantes. Las empresas del sector tienen la oportunidad de reducir los impactos en la sostenibilidad de los edificios y sus operaciones mediante servicios relacionados con la sostenibilidad. Esos servicios pueden incluir la gestión de datos de servicios públicos, la obtención de energía, la evaluación comparativa de la energía y el agua, las mejoras en la eficiencia de los recursos, las actividades relacionadas con las certificaciones de sostenibilidad y la consultoría y formación en materia de sostenibilidad. Las empresas pueden influir aún más en la sostenibilidad de los edificios mediante la concertación de contratos de arrendamiento que incentiven tanto a los propietarios como a los inquilinos a mejorar los resultados en materia de sostenibilidad, al tiempo que producen beneficios financieros para ambas partes. La prestación de estos servicios puede generar nuevos ingresos y aumentar la retención de clientes; los servicios de sostenibilidad eficaces pueden beneficiar a los propietarios y arrendatarios mejorando el valor de los activos, el aumento de la demanda de alquiler, la disminución de los costes de explotación y la mejora de la situación de los arrendatarios.
    • Ética empresarial Esta categoría aborda el enfoque de la empresa para gestionar los riesgos y las oportunidades que rodean la conducta ética en los negocios, incluido el fraude, la corrupción, el soborno y los pagos de facilitación, las responsabilidades fiduciarias y otros comportamientos que pueden tener un componente ético. Esto incluye la sensibilidad a las normas y estándares empresariales, ya que cambian con el tiempo, la jurisdicción y la cultura. Aborda la capacidad de la empresa para prestar servicios que satisfagan las normas profesionales y éticas más estrictas del sector, lo que significa evitar los conflictos de intereses, la tergiversación, la parcialidad y la negligencia mediante la formación adecuada de los empleados y la aplicación de políticas y procedimientos que garanticen que los empleados prestan servicios libres de prejuicios y errores.
      • Información y gestión transparente de los conflictos de intereses El modelo de negocio de las empresas de servicios inmobiliarios depende de la confianza y la lealtad de los clientes. Para asegurar relaciones a largo plazo y mutuamente beneficiosas, las empresas necesitan proporcionar servicios que satisfagan los más altos estándares profesionales y éticos del sector. La integridad profesional es un asunto clave, ya que la variedad de servicios y el número de profesionales de una sola organización pueden complicar más la gestión de los conflictos de intereses. Los servicios de corretaje y tasación pueden entrañar un riesgo especialmente elevado de conflicto de intereses y negligencia. A fin de gestionar y evitar esos riesgos, las empresas pueden aplicar una serie de medidas fundamentales, como la formación de los empleados, supervisión y políticas, procedimientos y sistemas de aplicación de la ley centrados en la transparencia y la divulgación adecuada de información. La gestión eficaz de esos riesgos puede dar lugar a una mayor confianza de los clientes y a una mejora del valor de la marca en el mercado, lo que contribuye al crecimiento de ingresos a largo plazo. La gestión inadecuada de los riesgos puede dar lugar a multas y sanciones reglamentarias, así como a una disminución de la confianza de los clientes y una pérdida de negocios.
    • Gestión del riesgo de incidentes críticos Esta categoría se refiere a la utilización por parte de la empresa de sistemas de gestión y planificación de escenarios para identificar, comprender y prevenir o minimizar la ocurrencia de accidentes y emergencias de baja probabilidad y alto impacto con potenciales externalidades ambientales y sociales significativas. Se refiere a la cultura de seguridad de una empresa, a sus sistemas de gestión de la seguridad y controles tecnológicos pertinentes, a las posibles implicaciones humanas, medioambientales y sociales de la ocurrencia de estos sucesos y a los efectos a largo plazo para una organización, sus trabajadores y la sociedad en caso de que se produzcan.
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